martes, 19 de noviembre de 2013

Tema
Los aficionados a las tortugas a veces nos encontramos en lucha con nuestra amada naturaleza y su climatología. Todos nosotros estamos vigilantes ante cualquier bajada inesperada de las temperaturas que pudiera hacer que uno de nuestros animales se resfriara pero a veces el problema es el contrario.

Durante la hibernación, las tortugas entran en un estado de mínima actividad para no consumir sus reservas y poder aguantar todo el invierno sin pérdidas de peso significativas. Cuando las temperaturas comienzan a subir en primavera, su metabolismo aumenta, empiezan a asolearse y a comer. El problema radica cuando las temperaturas no son suficientemente altas para una actividad normal, ni lo suficientemente bajas para un descanso invernal adecuado.

Testudo semienterrado en un sustrato que no está lo suficientemente frío.
¿que ocurre si vivimos en un lugar donde las temperaturas no bajan hasta conseguir una temperatura idónea para la hibernación de las mediterráneas?

En este caso debemos optar bien por finalizar la hibernación metiendo a la tortuga en interior bajo condiciones controladas, o bien por forzar una hibernación bajando la temperatura hasta los 4-6ºC recomendables. Para esto hay quien utiliza neveras.

Yo me he visto obligado a recurrir a un método un poco más trabajoso pero igualmente efectivo.

La solución que utilicé durante varios años consistía en congelar botellas que introducía en la tierra donde hibernaban las tortugas. Con esto lograba bajar hasta los 5-6ºC que necesitaban mis boettgeri. Si con estas botellas no era suficiente echaba cubitos de hielo sobre la superficie.

Los cartones de leche reutilizados son muy útiles para esto dado su reducido tamaño, lo cual nos ahorrará (o minimizará) alguna discusión doméstica sobre el uso correcto del congelador.
Las botellas se extraen facilmente de los agujeros que dejan en la tierra introduciendo otras en su lugar.
En días más "calurisos" podemos echar mano de los socorridos cubitos.
Es importante contar con un termómetro cuya sonda enterraremos justo a las tortugas de modo que podamos saber la temperatura a la que se encuentran.

Poco a poco la temperatura baja hasta unos límites adecuados.

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